“En un día caluroso en la bulliciosa ciudad de Manila, Filipinas, un grupo de amantes de los animales se encontró con una escena inusual. En una esquina de una concurrida calle, descubrieron a una perra con un enorme tumor en la pata trasera. Estaba encogida de miedo, aterrorizada y claramente había estado sufriendo durante un tiempo.
A pesar de su evidente dolor, logró mover débilmente la cola cuando el grupo se acercó a ella. Parecía saber que estaban allí para ayudarla.”
“Los amantes de los animales la apodaron Princesa y la llevaron a un refugio de animales cercano. Era evidente que había pasado mucho tiempo en la calle y que el tumor le dificultaba enormemente caminar. Estaba desnutrida y tenía un parásito en la sangre.
El equipo veterinario del refugio se alarmó por el tamaño del tumor. Era tan grande como una pelota de baloncesto y resultó ser maligno. Conscientes de que era necesaria una cirugía para extirpar el tumor y salvar la vida de Princesa.”
Pero primero necesitaba ser lo suficientemente fuerte como para someterse a una cirugía. El equipo la ingresó en el hospital, donde recibió tratamientos intravenosos regulares con hierro y vitaminas para fortalecerse. También le pusieron un nombre, Princesa, como símbolo del amor y cuidado que pretendían brindarle.
El equipo había planeado someterse a una cirugía esa semana, pero rápidamente se dieron cuenta de que Princess necesitaba más tiempo para ganar fuerza. Esperaron hasta que ella estuviera lo suficientemente sana para realizar el procedimiento.
Finalmente llegó el día de la cirugía. Era un procedimiento arriesgado, pero el equipo estaba decidido a salvar la vida de Princess. La cirugía fue un éxito, pero no estuvo exenta de complicaciones. Princess había perdido mucha sangre y era necesario controlar de cerca su cuerpo para detectar infecciones. Le dieron antibióticos y analgésicos para ayudarla a recuperarse.
El camino hacia la recuperación fue largo y duro, pero Princess era una luchadora. Permaneció en el hospital durante semanas, donde recibió cuidados y atención las 24 horas del día. Necesitaba ocho sesiones de quimioterapia para asegurarse de que el tumor no volviera a crecer y el equipo estaba decidido a brindarle todo lo que necesitaba.
A pesar del dolor y la lucha, Princess siguió siendo una perra feliz. Le encantaba jugar con sus juguetes y siempre estaba moviendo la cola cuando alguien venía a visitarla. El amor y el cuidado que recibió del personal del refugio la habían transformado de una perra enfermiza y aterrorizada a un miembro querido de la familia.
Después de varios meses de tratamiento y rehabilitación, Princess finalmente estaba lista para salir del hospital. Tenía una nueva oportunidad de vida y el equipo del refugio confiaba en que se recuperaría por completo.
La historia de Princess es de supervivencia y esperanza. Había pasado por muchas cosas en su vida, pero nunca se rindió. Luchó contra el dolor, el miedo y la incertidumbre y salió victoriosa. Gracias a la dedicación y el amor del personal del refugio, Princess ahora tiene un hogar cálido y feliz donde la aman y la cuidan. Su historia es un recordatorio de la resistencia y la fuerza de los animales, y del poder de la compasión para sanar incluso los espíritus más destrozados.