Carrillo y su compañero se apresuraron a liberar al cachorro. “Parecía estar bien”, señaló Carrillo. “Era muy cariñoso y le gustaba la atención. Probablemente solo estuvo allí por un día o dos”.
Los compasivos plomeros transportaron rápidamente al perro a Peewee’s Pet Fostering, un refugio cercano donde no se mata. “Mira esa cara”, exclamó Carrillo sobre la evidente alegría que sentía el perro por estar vivo. “¡Él sabe que fue salvo!”
A pesar de estar afectado por gusanos del corazón, el perro gozaba de buena salud y se inició el tratamiento de inmediato. “Su cola no deja de menearse”, comentó un portavoz de Peewee’s Pet Fostering. “Él es tan dulce.”