En una conmovedora muestra de inteligencia y confianza, una ballena blanca se acercó a un viejo pescador, buscando su ayuda para eliminar las almejas parásitas adheridas a su cuerpo.
La majestuosa criatura, visiblemente angustiada, nadó cerca del pequeño bote del hombre y lo acarició suavemente como para comunicarle su dolor. El anciano, comprendiendo la difícil situación de la ballena, se inclinó con cuidado sobre el borde y comenzó a quitarle los parásitos.
El proceso llevó tiempo, pero la ballena permaneció tranquila, como si percibiera la bondad en las acciones del hombre. Una vez que se sacó la última almeja, la ballena dio un resoplido de agradecimiento y se alejó nadando con gracia, dejando al viejo pescador asombrado por la extraordinaria conexión que habían compartido. Este episodio sirve como un recordatorio del profundo vínculo que puede existir entre los humanos y los animales, incluso en la inmensidad del océano.
.